lunes, 15 de agosto de 2011

Pasar a la acción: cómo ser un auténtico revolucionario

Cómo ser un auténtico revolucionario


Antes de que a alguien le dé por echarme las garras a la garganta, advertiré que el presente ensayo no es en absoluto un manual dogmático sobre cuál constituye la manera de ser un auténtico revolucionario, sino únicamente un conjunto de teorías que tienen como mero objeto proponer ciertos modos de actuar a mi parecer realmente revolucionarios.

Eludidos posibles malentendidos de poco interés, advertiré asimismo que ignoraré la vía revolucionario violenta, pues confieso no saber lo suficiente sobre armas (por no decir que no sé apenas nada, pues nunca me agradaron) ni sobre cómo organizar un grupo clandestino, además de verlo poco factible a días de hoy.

Así pues, me centraré en dos métodos pacíficos concretos que son, a mi modo de ver, métodos de un auténtico revolucionario, un revolucionario de acción, y no solamente de palabra o, lo que es peor, de vestimenta.

El primer método, que a pesar de caracterizarse como pacífico es de naturaleza puramente destructora, radica en la huelga general indefinida, que puede lograrse mediante una difusión correcta; ciertamente, una huelga general indefinida bien organizada y cuyos partícipes estén dispuestos a mantenerla a pesar de las posibles amenazas por parte del poder político es capaz de derrocar cualquier sistema político y, sobre todo, cualquier sistema económico, pues hasta que no dispongamos de una sociedad en que las máquinas lo hagan todo por nosotros en términos laborales, seremos los humanos quienes trabajemos, y resulta que el trabajo es el fundamento indispensable de toda sociedad.

Si la clase trabajadora de cualquier sistema político-económico, en efecto, se niega a trabajar y, como digo, está dispuesta a soportar las amenazas y castigos de las fuerzas violentas y represivas del poder político, la estructura económica de cualquier sociedad se tambalea y, con ella, la estructura política, porque la base de una sociedad es la economía: si la producción no satisface la demanda, y en especial la demanda de recursos necesarios como lo son los alimentos o el hogar, el bienestar social se encuentra en grave peligro o directamente desaparece, lo que en muchos lugares da lugar al caos.

De todo lo antedicho, pues, se deduce que la clase trabajadora es la que detenta el máximo poder social: el poder económico.

Si bien es cierto que muchos trabajadores se hallan sujetos a los intereses de grandes empresarios, pues dependen de ellos para obtener ciertos trabajos y en caso de no cumplir con las expectativas, entre las que se hallan el ser un experto en sumisión, su puesto de trabajo corre peligro, eso no representa amenaza alguna si realmente se está dispuesto a realizar una huelga general indefinida con objeto de derruir la sociedad presente.

Recuperando lo anterior, a saber, que la clase trabajadora retiene el máximo poder (el poder económico), es decir, constituye el motor de la sociedad, resulta insultante para la inteligencia que se someta a los dictados y a las mil cabronadas, con perdón de la expresión, de la clase parasitaria, es decir, de aquel conjunto de sinvergüenzas que trabajan poco, son del todo prescindibles y, paradójicamente, rigen la sociedad, como políticos y grandes empresarios.

¿Desde cuándo depende el motor de la carrocería, y no la carrocería del motor? ¿No es estúpido que nosotros, los más poderosos, los imprescindibles, los necesarios, en definitiva, la clase trabajadora, nos sometamos al egoísmo de los menos poderosos, a los prescindibles, a los innecesarios, en una palabra, a la clase parasitaria?

Me recuerda esto a cierto filósofo que hablaba de moral de esclavos y moral de señores, y solía identificar la primera con la clase trabajadora, mientras que asignaba la segunda a la clase parasitaria; pues bien, yo subvierto esa interpretación de la sociedad y afirmo que la moral de señores pertenece a la clase trabajadora (pero debe ser consciente de ello), y que la única moral de la clase burguesa es la moral del parásito, es decir, de la dependencia, del necesitar profundamente de otros, lo que limita en extremo la expansión individual.

Pero retomando lo anterior, una vez en plena huelga general indefinida, ¿qué hay que demandar?

Mi propuesta consiste en demandar que se elimine la propiedad privada para que así todos los trabajadores gestionen las empresas, que pasarían a ser cooperativas abiertas, y que el sistema de intercambio se base en los llamados bancos de tiempo; que se elimine el sistema parlamentario, un sistema que, en el fondo, sólo permite a uno decidir quién será el déspota que hará cuanto le venga en gana una vez adquirido al poder político, por mucho que se hable de “representación popular” y demás bulos, y que niega del todo la participación activa en la vida política de la gran mayoría de la población, hecho del todo absurdo y estúpido y que, con tal de no producirse, debe ser sustituido por un sistema completamente asambleario, en que cada pueblo o barrio disponga de plena autonomía política.

Éstas son las medidas que creo más factibles en la transición incipiente, por medio de una huelga general indefinida, del modelo capitalista-parlamentarista a uno tal justo y de individuos libres; posteriormente, dichas medidas pueden radicalizarse.

En cuanto al segundo método que sostengo para ser un auténtico revolucionario consiste en abandonar el trabajo capitalista y adherirse a proyectos o comunidades autogestionadas (hay mucha información por internet), esto es, autosuficientes, independientes del mercado capitalista, con lo que se logra un objetivo doble: por una parte, se deja de beneficiar al capitalismo, esto es, se boicotea al capitalismo y, por otra, se construye a la vez una alternativa factible y en consonancia con los principios antes mencionados: asamblerismo, un sistema que garantiza la participación política de todos los individuos, con todo lo que ello comporta, y colectivismo, esto es, la propiedad colectiva de los medios de producción, lo que asegura la justicia social.

Por supuesto, resulta de vital relevancia la difusión de los ideales revolucionarios, que podría aun considerarse un tercer método para la revolución.

Éstos son, en conclusión, los métodos que considero más sencillos para llevar a cabo una revolución social y, como dice aquel antiguo proverbio español:


Cuando la voluntad es grande, todo se vuelve pequeño”

viernes, 24 de diciembre de 2010

El Estado

Después de criticar los sistemas más importantes y sus consecuencias más destacables, al menos según propia consideración, que rigen nuestra sociedad , cabe cuestionarse ahora el sistema que los organiza a todos, que los ampara y los reúne, que los dota de sentido: el Estado, el sistema administrativo y gubernamental de territorios.

Como no podía ser de otra manera, un sistema que ampara a otros sistemas podridos ya por este hecho pasa a ser él mismo podrido, pero no le faltan tampoco defectos propios:

1) Fronteras ficticias: el Estado se configura según unas fronteras ficticias que acaban por diferenciar de forma real a los pueblos de la Tierra, y que en apariencia se corresponden con el trozo del planeta que posee una determinada nación, como si la Tierra fuera poseíble y como si el hecho de que un conjunto de personas que comparten unas costumbres les proporcionara potestad para agenciarse un pedazo de mundo.

2) Relaciones internacionales: los "representantes" (véase la seción sobre las elecciones) políticos deciden qué relaciones establecer con los demás Estados: ellos deciden según las presiones de las multinacionales si entablar alianzas o bien guerras que beneficien a las empresas armamentísticas, así como los planes económicos globales; a la población y a lo que piense, que les den bien por culo. Son los problemas de no representarse a sí mismo, sino de entregarle autoridad a un desconocido.

3) Control social: en nombre de la "seguridad", los Estados disponen de complejos sistemas de control popular. Aparte de las cámaras de videovigilancia y la policía, existen programas que detectan en las llamadas y mensajes telefónicos, así como en Internet, palabras clave como "bomba" y demás que parezcan fruto de un plan "terrorista". Todo en nombre de la seguridad, pero ¿realmente evita algo el hecho que haya una cámara vigilando? ¿Evita algo que los coches patrulla ronden las ciudades? ¿Elude algo vigilar los mensajes de Internet y de los móviles (que por cierto, mediante una triangulación de las señales de las torres de radio se puede localizar fácilmente cualquier móvil, de modo que los Estados pueden saber dónde estás en cada momento)?
La vigilancia no evita nada; si alguien realmente quiere realizar algo que se determine como delito, lo hará igualmente.
Y llamar terrorista a grupos anti-estatales es bastante cínico cuando es el mismo Estado quien amenaza con castigos tan severos como la eliminación de la libertad (cárcel) si no se cumplen las leyes que ha IMPUESTO a la ciudadanía. A nadie se le preguntó al nacer, ni nunca, si quiere formar parte de este sistema, sino que se le impone a la fuerza; pero luego vivimos en una "hermosa democracia", con su "Estado del Bienestar y del Derecho" y demás sarcasmos repugnantes.
El parlamentarismo es una dictadura encubierta, lo malo es que demasiado encubierta, y por ello la gente no aprecia su verdadera naturaleza.


Y ante todo esto, yo me pregunto, ¿para qué diablos es necesario un Estado? Si la humanidad se organizase según el sistema político más práctico, es decir, asambleas populares, los Estados serían absurdos, pero sucede que eso no les proporcionaría el poder a las grandes empresas, bancos y políticos.

Hay que liberarse ya.



Hasta aquí la crítica al Estado. Habrá más.

viernes, 26 de noviembre de 2010

El sistema tecnológico: industrialismo

Constituye el indsutrialismo un sistema tecnológico íntimamente relacionado con el económico: el capitalismo; por eso, muchas de las críticas al industrialismo que vienen a continuación harán referencia al capitalismo. Ahí van:

1) Producción desbocada: el industrialismo es un sistema tecnológico basado en la producción continua y desenfrenada de bienes materiales, lo que viene como anillo al dedo al capitalismo actual. Toda la mentalidad del mundo occidental se orienta para servir a este monstruo técnico-económico: debes ser productivo. Porque en verdad la producción en cadena es el alma del capitalismo: sin ella, ni existirían ricxs ni excesos materiales, porque se produciría solamente lo justo y necesario, y no oleadas absurdas de cosas.

2) Especialización: el industrialismo, con toda su elevada sofisticación técnica, requiere de extremas especializaciones, hasta el punto en que muy poca gente sabe cómo se contruyen e incluso funcionan muchos de los aparatos tecnológicos que usamos a diario, algo bastante absurdo y que propicia la dependencia de unxs para con otrxs, en lugar de la autonomía individual. Pero, ¿a qué poderoso le ha interesado alguna vez la autonomía de lxs individuos?

3) Energías fósiles: aunque esto no es determinante del industrialismo, sino que bien podrían emplearse energías limpias, lo cierto es que las energías fósiles constituyen las más usadas en el mundo, lo que plantea dos amenazas:

3.1) Que se acaben los recursos fósiles (petróleo, gas natural y carbón), lo que conllevaría una dura cirsis energética. Aunque viendo lo visto parece una solución para el mundo actual.

3.2) Cambio climático: la temperatura del planeta aumenta progresivamente y no se conocen del todo los efectos que eso puede comportar, aunque lo más probable es que sean catastróficos. No obstante, parece más importante el dinero que la vida; parece más importante la elaboración de materiales que requierren de mucha energía (plástico, vidirio, etcétera) y la generación de mucha energía (centrales nucleares y térmicas) que la vida.

Por no hablar de las guerras que provocan tales energías: petróleo, gas natural y carbón sólo hay en ciertos lugares, generalmente en el mundo árabe.

Ante esto, ¿qué propone el anarquismo? Pues principalmente dos opciones:

1) El anarcoprimitivismo, explicado en la entrada aterior (Capitalismo y anarcocomunismo).

2) Tecnología sofisticada, pero limpia y suficiente: frente al anarcoprimitivismo y la renuncia a la tecnología sofisticada que predica, se podría defender la conservación de tecnologías sofisticadas, pero generadas completamente a partir de fuentes de energía renovables y sin el método industrial, es decir, que produjeran lo justo y necesario, no montañas de cosas innecesarias. No obstante, esto no soluciona la dependencia de unxs por otrxs a causa de que unxs conozcan determinadas técnicas y otras personas no; aunque sería posible que todo el mundo superia cómo hacer funcionar ciertas máquinas para producirse cada persona lo que necesita (es lo que busca la nanotecnología).


En conclusión, el industrialismo es un sistema tecnológico que sustenta la producción enfermiza del capitalismo y que, por la especialización que demanda, dificulta en gran mensura la autonomía individual.


Hasta aquí la crítica al sistema tecnológico industrialista. Habrá más.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Capitalismo y anarcocomunismo

Señalados todos los motivos por los que cualquier persona digna e/o inteligente rechazaría el parlamentarismo como bueno o incluso democrático, paso a analizar nuestro sistema económico: el capitalismo. Los subsiguientes son sus rasgos más específicos:

1) Ley de la oferta y la demanda: una ley según la cual los precios de los productos se establecen por conflicto de intereses egoístas: el del vendedor contra los del comprador, lo que excluye, pues, toda empatía o consideración para con el prójimo. Dicha ley, en efecto, promueve el "procúrate sólo de tu propio bien", ya que lo contrario, ayudar a los demás, en este caso, que el vendedor rebaje sus precios o que el comprador compre más caro, implica perjudicarse a unx mismx. Y si lxs vendedorxs realizan ofertas, no lo hacen precisamente por altruismo, sino por estudiadas estratégicas económicas por las que siempre obtendrán beneficio crematístico, de lo que se deriva que el precio del producto en oferta estaba bastante hinchado, ya que aunque se rebaje, se seguirá ganando.


2) Propiedad privada: un concepto indispensable para el capitalismo, cuyos defectos son:

2.1) Herencia: da a pie a la herencia, lo que implica que alguien reciba bienes sin haber desempeñado esfuerzo alguno por ello (obviamente, si los herederos sí que han participado en su obtención, la herencia es totalmente legítima), en dramático contraste con quienes se matan a trabajar para obtener lo mínimo, y más con quienes viven en la pobreza extrema (mil millones de seres humanos).

2.2) Empresarixs: la propiedad privada permite que grandes propietarixs de medios de producción (tierras y fábricas, básicamente), e incluso empresarios de medianas empresas, mantengan alto nivel de vida sin apenas trabajar, porque suponen fuentes de trabajo para lxs trabajadorxs, quienes a pesar de hacerlo todo, viven peor que el/la jefe.

2.3) Fomenta el egoísmo y el beneficio propio, pues cada unx simplemente ha de procurarse de lo suyo y, si puede, extraerle el máximo rendimiento posible (mediante la "altruista" ley de la oferta y la demanda). Luego se quejan de que vivimos en una sociedad sin valores, cuando el mismo capitalismo se funda en el egoísmo.

2.4) Falacia: la propiedad privada surge de una falacia: pretender que utilizar algo equivale a poseerlo. Lo único que una persona posee es su cuerpo y su mente, eso es lo que realmente FORMA PARTE DE SÍ, lo que en verdad tiene. Pero un coche, una casa, un ordenador... son sólo objetos que, por utilizarlos con asiduidad, se les llama como propios, cuando lo que se posee en realidad es su uso o el propio hábito de hacerlo.


3) Dinero: modo de intercambio de bienes.

3.2) Acumulación: aunque en principio no habría de resultar el dinero malo, pues supondría simplemente un modo práctico de establecer equivalencias entre bienes, el problema reside en el hecho de que se pueda acumular sin tener que gastarlo. Me explico: si el dinero tuviera caducidad (por mes, por trimestre o por año), unx se vería obligado a gastarlo en sus necesidades, y por tanto a trabajar para ganarse la vida temporada tras temporada; en cambio, al poder guardarse en una cuenta bancaria por cuanto tiempo se quiera, alguien que haya reunido una gran riqueza simplemente dejará de trabajar, lo que lo posicionará en un estado privilegiado sobre el resto de la humanidad.

3.3) Dinero especulativo: en el mundo existen grandes flujos de dinero especulativo, es decir, ficticio, inexistente. Es el dinero base de las acciones de la Bolsa de Mercados y, consecuentemente, la base de la economía del mundo capitalista. Ya veis: todo se sustenta en simples dígitos cuyo referente, el dinero, no existe. Con tal cimiento, inventar una crisis resulta sencillísimo: basta con que los economistas prediquen que el valor de las acciones desciende para que los accionistas, y por tanto los grandes multinacionales, no compren y tengan pérdidas; luego simplemente les piden dinero a los Estados, y tan panchos, y para terminar, los presionan con que realicen una ley laboral que los beneficie a ellos para salir de esa ficiticia crisis. Una gran movida con la que salen ganando, y en la que miles de trabajadorxs pierden sus trabajos.

3.4) Creación de dinero: nada regula la emisión de dinero por parte de los bancos. Éstos pueden emitir cuanto quieran, bajo la única amenaza de que el valor de la moneda devalúe, lo que les produciría pérdidas; pero eso nunca ocurre porque el dinero no sobra a la gente de a pie, quien ha de gastarlo continuamente. Se pueden imprimir millones de papelitos con numeritos sin problema, pero existe probreza extrema en el mundo. ¿Aún cree alguien que la pobreza no la generan los países del Primer Mundo con toda la intención?


4) Ecologismo: el capitalismo salvaje de que somos víctimas está acabando con los recursos naturales de nuestro planeta. Y aunque la contaminación no tendría por qué ser propia del capitalismo (podría haber un capitalismo "limpio", donde todas las fuentes de energía fueran renovables), sí lo es, pues a lxs gobernantes no les importa llenar el planeta de dióxido de carbono y el agua de residuos tóxicos, como tampoco enterrar residuos nucleares, etcétera, hasta que suceda algo realmente catastrófico, y entonces tendremos la desfachatez de sorprendernos.
Tampoco tendría por qué violar los ecosistemas ni la dignidad humana, pero el enfermizo afán de ganancias de lxs empresarixs de grandes multinacionales los profana sin escrúpulo alguno: crean guerras económicas, hieren la tierra con grandes minas, la perforan en busca de petróleo, desforestan bosques, cazan hasta la extinción.

Reveladas las delicias del capitalismo, ¿qué alternativa ofrecer? El anarquismo se divide en varias corrientes económicas, pero citaré aquí las tres que más me interesan: el anarcocomunismo, el anarcoprimitivismo y un anarquismo más autónomo a nivel individual.

1) Anarcocomunismo: se basa en los postulados marxistas sobre economía. Se pediría de cada cual según su posibilidad y se le daría según su necesidad. Los medios de producción pertenecerían enteramente a la única clase social existente, la trabajadora, lo que se ha convenido en llamar socialismo (como puede apreciarse, nada que ver con lo que defiende el PSOE, estandarte de la propiedad privada), y tanto fábricas como tierras se autogestionarían de forma asamblearia. El problema de esto sería tratar de conjugarlo con el modo de producción industrial, es decir, cadenas de montaje masivas, y con el consumismo exacerbado que requierre el capitalismo. Por eso el industrialismo no concuerda demasiado con el anarquismo (posible solución en el siguiente apartado).

2) Anarcoprimitivismo: esta doctrina defiende el abandono del industrialismo para recuperar el modo de vida rural y artesanal. Ello solucionaría los problemas del consumismo y las cadenas de montaje que constantemente escupen objetos lujosos, totalmente innecesarios. Así, en el anarcoprimitivismo se cofeccionarían cosas simples y rudimentarias y sólo cuando fueran menesterosas, con materiales naturales. La técnica para la creación de dichas herramientas u objetos estaría al alcance de todxs gracias a la cultura, no como ahora, en que las fábricas constituyen núcleos de técnicas desconocidas para la mayoría de las personas (¿quién sabe cómo se generan medicamentos? ¿Quién cómo ordenadores? Y un largo etcétera).
El nivel tecnológico occidental actual, asimismo, sólo nos está tornando dependientes, acomodados, estúpidos. No hay de qué preocuparse, porque vas a un supermercado y compras lo necesario para subsistir en media hora; no sabes lavarte la ropa, porque lo hace una máquina; no sabes cultivar, ni cazar, ni qué setas son comestibles; no sabes tejerte la ropa; no sabes construir tu propio hogar... no sabes nada, porque eres como un bebé: dependiente, acostumbrado, torpe.

3) Anarquismo de autonomía individual: así he llamado yo a este tipo de anarquismo, no sé si descrito ya por algún autor o inventado por mí. En cualquier caso, éste consistiría en que las comunidades (ya se dijo que el anarquismo presupone una organización local, y no estatal) se formaran por familias autosuficientes, en nada o en lo mínimo posible dependientes de otras personas y menos aún de otras comunidades (esto último probablemente complicaría la autonomía asamblearia de cada comunidad), aunque evidentemente se ayudaría económicamente a lxs demás cuando lo necesitaran.
Así pues, la vida en sociedad simplemente serviría para gozar de la misma durante todo el tiempo libre: para compartir experiencias e ideas, arte y filosofía, juegos y diversión, afecto y amor.

Y hasta aquí hemos llegado: desmenuzando al podrido capitalismo y alabando otras formas de economía igualitarias, solidarias y fomentadoras de autonomía.

Habrá más.

lunes, 4 de octubre de 2010

Herramientas del Sistema_4: Sindicatos vendidos

En el artículo anterior (Herramientas del Parlamentarismo_3: Los Medios de Comunicación) dije que creía que los medios de comunicación constituyen la tercera y última herramienta del parlamentarismo para perpetuarse, pero lo cierto es que, ponderándolo bien, los sindicatos vendidos y mayoristas (en España, UGT y CCOO) suponen asimismo herramientas de control social. Ahí van las críticas a los sindicatos vendidos:


1) Todas las personas afiliadas se movilizan únicamente si los de arriba así lo ordenan, por lo que los gobiernos, negociando con los jefes de los sindicatos, pueden evitar que lxs trabajadorxs se movilicen. Millones de personas con un potencial subversivo y reinvincativo extraordinario y omnipotente sometidas voluntatiamente ante un jefe simplemente por ser éste del mismo sindicato, por confiar ciegamente en él. Así ¿de qué diablos sirve estar en un sindicato?


2) Los sindicatos defienden la igualdad social y la libertad, y ¿cómo l as efectúan? ¡Claro, mediante una organiazción jerárquica! Una estructura jerárquica imposibilita la libertad y la igualdad social, de modo que el mismo sindicato se contradice a sí mismo.


3) Los sindicatos qu reciben subvenciones del Estado fácilmente quedan subordinados a éste, pues resulta infinitamente sencillo amenazar al sindicato con que si realizan tal o cual acción reinvindicativa, se les acabará el dinero y por tanto el mismo sindicato.


4) Los sindicatos mayoristas (UGT y CCOO), quienes más fuerza poseen, realizan pocas acciones importantes y, cuando las hacen, suponen totalmente débiles e impotentes. El pasado 29 de setiembre se realizó una huelga general contra la política derechista del Partido Anti-Socialista (es decir, capitalista) Anti-Obrero Español, algo sumamente patético teniendo en cuenta todo el tremendo potencial que estos sindicatos pueden desplegar: una huelga de un día no conseguirá nada; una huelga indefinida que avise con no finalizar hasta que el gobierno remita sí tiene potencia, y es totalmente viable, pero no se usa porque a los jefes de los sindicatos no les interesa realmente la clase obrera.


Ante todo esto, ¿qué tipo de sindicatos propongo? Uno tal que sea horizontal, y que decida todo de forma asamblearia, sin jefes ni jerarquías; que sea autogestionado para gozar de total independencia respecto al Estado y que ejerza un activismo poderoso y concienciador.



Hasta aquí la crítica a los sindicatos vendidos. Habrá más.

domingo, 3 de octubre de 2010

Herramientas del Parlamentarismo_3: los Medios de Comunicación

La tercera y última herramienta del parlamentarismo con fin de perpetuarse que yo percibo consiste en los medios de comunicación. Tras una educación ideada para idiotizar y una presión social que reprime tu originalidad, los medios de comunicación deciden qué debes saber del mundo y qué no, aparte de otras inmundicias de que hacen gala:

1) Una parte fundamental de los medios de comunicación son las noticias del mundo. Mas, ¿qué se muestra en tales noticias? ¿Te muestran las condiciones del Tercer Mundo, sus gentes muriéndose de hambre, su explotación, sus epidemias, causado todo ello por las multinacionales occidentales? No. Se destinan 780.000.000.000 euros en gasto militar en el mundo. ¿Cuánto para enseñanza básicas para todo el mundo, agua y saneamiento para todo el mundo, salud y nutrición básicas? En conjunto, apenas 28.000.000.000 euros (consultable todo en las fuentes de la ONU; yo lo consulté del libro Los Dueños del Mundo y los cuarenta ladrones). Es decir, se gastan 852.000.000.000 de euros más en armas, es decir, en conflictos, guerras y malestar universal, que en el bienestar universal.
Éste es nuestro mundo, pero pocxs lo saben.
Poco se habla también de cambio climático, transgénicos, experimentos con animales en laboratorios, y toda clase de sucesos macabros iniciados por las grandes empresas para ganar más dinero y permitido por los gobiernos.

2) En cambio, se te muestran toda clase de muertes, asesinatos por causa de género y demás, que sólo contribuye a sustentar la opinión general de que el mundo es una mierda, de que hay sufrimiento y eso nadie puede cambiarlo. Sinceramente, a nadie le importa que dos personas hayan muerto en un accidente de tráfico. ¿Por qué tanto hincapié en esta clase de noticias?

3) Hay noticies realmente estúpidas y banales. Recuerdo una vez que salió por las noticias una persona que tenía un pingüino como mascota. ¿Es eso serio? Pensad en las noticias que salen por la televisión, sobre todo, y locaizaréis varias informaciones irrelevantes.

4) Se informa sobre las medidas políticas del gobierno, pero siempre polarizadas según cadena de televisión, diario o radio, hecho que anuncian con asombrosa facilidad. Los medios de comunicación han de estar separados tajantemente de gobiernos, partidos políticos y grandes empresas, porque de lo contrario se da la instrumentalización de aquéllos.

5) Te machacan con los deportes. Páginas y horas y horas de noticias dedicadas a quién chutó una pelota, quién canastó y quién le dio con una raqueta. Sinceramente, no creo los deportes dignos de ser información relevante, pero al poder el deporte le viene como anillo al dedo: que la gente se idiotice con gilipolleces y que no piense en otra cosa, en su situación laboral/económica, en el mundo, en los sitemas económicos y políticos, etcétera.

6) Apenas aparece cultura y arte. Desde el punto de vista de los podridos medios, son más importantes lxs deportistas que lxs artistas y gentes de cultura académica (pensadorxs, estudiosxs, etcétera).

7) Aparte de la información seleccionada, los medios de comunicación ofrecen entretenimiento, que suele limitarse a música comercial, esa música que únicamente trata el amor o bien letras vacías y banales, programas y concursos basura y morbosos, deportes, etcétera. De vez en cuando hay buenas películas, pero también hay muchas otras anegadas de violencia gratuita.
En cambio, pocos documentales hay, pocos programas críticos, y poco arte con mensaje filosófico o político.

8) Algo que sorprende son los dibujos animados. Pocos de ellos hay que muestren valores éticos como el amor, el resepto, la fraternidad y el altruismo a la infancia, a expensas de valores capitalistas: violencia, competición, lucha.

En definitiva, poca cosa útil se puede extraer de los medios de manipulación, y mucho de inútil y destinado a la aceptación del sistema, al conformismo y al no-pensamiento.
Los medios de comunicación habrían de mostrar las raíces de los problemas del mundo, es decir, el capitalismo y su desigualdad; el parlamentarismo y su intrínseco totalitarismo (y no exagero, porque ya me diréis qué carajo decidís en este sistema político); y fomentar el arte, la creatividad, el espíritu crítico, el aprendizaje y la cultura académica. Pero, ¿a qué gobernador le interesarían ciudadanxs concienciados?


Hasta aquí la crítica a las herramientas del parlamentarismo para perpetuarse. Habrá más.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Herramientas del Parlamentarismo_2: la presión social

En el presente artículo trataré una de las herramientas, a la par que la educación, muy poderosa y útil para la conservación del Parlamentarismo y del Sistema en general: la presión social, una paradoja de difícil comprensión, pues tú eres sociedad, pero te sientes presionadx por la sociedad. Tú mismx te reprimes y reprimes a otrxs con tu presión social, sin ser muy consciente de ello.

Así pues, ¿cómo te presiona la misma? ¿A qué trata de doblegarte? ¿Qué "ideales" promulga?

1) Modales: la presión social dicta qué tipo de comportamiento es normal y cuál es moralmente condenable. Comer con las manos, hurgarte la nariz e incluso bostezar es considerado de mala educación, una estupidez donde las haya. Ir desnudo, tal y como naciste, es un verdadero agravio moral.

2) Estética: debes vestir según los cánones de la moda, de lo contrario se te marginará, se te mirará mal, ¡incluso como a alguien que no está del todo bien mentalmente, sólo por vestir de forma "anormal"! ¿Hasta dónde hemos llegado? Y lo peor es que lo hacemos inconscientemente, tal es el lavado de cerebro que la propia sociedad se realiza sobre sí misma.

3) Planeamiento de vida: se te dan dos opciones en la vida: trabajar o estudiar para trabajar. Ése es tu destino, un destino como divino, un destino impuesto por el sistema. No hace falta que te plantees acerca de tu futuro, no hace falta que lo decidas por ti, pues ya está estipulado. Y la pregunta es: ¿de quién es tu vida, tuya o de quienes te han dicho cómo has de vivirla?

4) Moral social: aquí empieza la parte más importante de la presión social, pues es la que afecta con mayor fuerza a la ideología (como conjunto de ideas) de las personas. Así pues, en lo que a moral refiere, se te da una máxima moral muy al servicio del sistema: si quieres cambiar algo, hazlo siempre de forma pacífica. La violencia, sea cual sea su aplicación o el porqué de su uso, está censurada como algo malo de forma absoluta e incuestionable, cuando todas las revoluciones de la historia, todos esos movimientos sociales gracias a los cuales la clase trabajadora goza en la actualidad de una vida algo digna, se efectuaron sólo mediante la violencia y la insurrección. Incluso las llamadas revoluciones pacíficas, como las de Gandhi o Luther King, promulgadores de la paz y la acción no-violenta, sustentaron sus movimientos en la amenaza de un pueblo dispuesto a usar la violencia si la vía pacífica no funcionaba.

Considerad tal hipocresía: lxs mismxs que se benefician de los logros de revoluciones violentas, es decir, lxs trabajadores, las condenan. Y de nuevo, la pregunta es: ¿realmente la clase trabajadora ha desarrollado esta moral anti-violencia respecto a lo establecido, o ha sido más bien el sistema quien ha logrado infiltrarla en las mentes de la clase puteada, con perdón de la expresión?

Se necesita un pueblo agresivo para cambiar las cosas. Este pacifismo patético, queda mal decirlo, pero cierto es, sólo nos hace débiles e impotentes frente a los gobernadores, cuando a fuerza de huelgas generales y manifestaciones potentes el pueblo puede lograr lo que LE VENGA ABSOLUTAMENTE EN GANA.

5) Verdades Sociales: así denomino yo a ciertas ideas antirrevolucionarias instaladas de alguna ignota forma en las mentes de las más de las personas, que repiten determinados clichés sin más. Bien, se trata de frases hechas como: "Es imposible cambiar las cosas", "Yo quiero cambiarlo, pero solx no puedo", "Nadie hace nada, así que ¿por qué voy a hacerlo yo?", "El parlamentarismo es el mejor sistema viable; los demás no pueden funcionar", etcétera. Y yo me cuestiono: ¿en qué momento se ha vuelto la gente, y en especial la juventud, siempre símbolo de rebeldía, tan sumisa y conformista? Lo peor es que si la gente no hace nada, se debe precisamente a esas personas que dicen que la gente no hace nada, y que por eso no va a tratar de cambiar nada. Ese pesimismo respecto al activismo de lxs demás se va contagiando de persona en persona hasta que la gente tiene por seguro de forma infundada que lxs demás nunca se sublevarán.

Sólo hay que iniciar unx mismx la lucha, hay que tener fe en lxs demás; quienes más queremos cambiar las cosas hemos de unirnos para fortalecernos. Así crece la conciencia de clase y lucha social.

Pero ese pesimismo mediocre y penoso no lleva a ninguna parte sino a la miseria moral.


En conclusión, hemos de deshacernos de esas Locuras culturales o sociales, esas estupideces incrustadas en nuestro ser que no hemos decidido tener, sino que todxs nos imponemos inconscientemente sobre todxs mediante la presión social, y que no nos dejan alcanzar un pensamiento discernido y autónomo, crítico y revolucionario.


Hasta aquí la crítica a la presión social como herramienta para la perpetuación del Parlamentarismo. Habrá más.