lunes, 27 de septiembre de 2010
Herramientas del Parlamentarismo_2: la presión social
lunes, 20 de septiembre de 2010
Herramientas del Parlamentarismo_1: La educación
jueves, 16 de septiembre de 2010
El podrido sistema electoral
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Los Tres Poderes en el Parlamentarismo
El primero es el relativo a la aprobación y derogación de leyes, y en el Parlamentarismo es representado por lxs políticxs. Pero esto plantea una serie de problemas:
1. Las leyes se aprueban en el Parlamento sin consultar a la población y ni siquiera a lxs votantes del partido dominante. Esto, de hecho, constituye un problema resultante del hecho de delegar todo el poder de decisión sobre la propia vida a lxs políticxs.
2. Quienes inventan estas leyes pueden no saber nada de ellas, pueden no concer todo el fajo de leyes existentes, pues nada lo avala. Si van a dedicarse a crear leyes, al menos que sean doctxs en tal cuestión para garantizar una mejor efectividad.
3. ¿Dejarías que cualquier desconocido creara leyes que afectaran tu vida sin que tú pudieras intervenir en ello? ¿No? Entonces, ¿por qué sí confías en lxs políticxs? Nada te asegura que sean personas de fiar.
4. Las leyes son sólo textos y, como tal, no pueden impedir de ninguna manera que se haga el mal, ni tampoco preservar un supuesto orden. El hecho de que existan leyes no va a evitar que se infrinjan; sólo sirven para CASTIGAR a tales personas. Así, la mayoría de las leyes suponen únicamente justificaciones del uso de la violencia por parte de los cuerpos del "orden".
Hasta aquí la crítica al poder legislativo. Pasemos al ejecutivo:
1. Perpetúa los problemas del poder legislativo: ejecutan leyes impuestas, creadas por personas que pueden no saber nada de leyes.
2. Se apoyan en las fuerzas del "orden", que:
2.1. Ostentan el monopolio y legítimo uso de la violencia. Nadie más que ellxs pueden ejercerla impunemente. Son el brazo armado del sistema, que impone sus reglas a base de fuerza bruta.
2.2 Pueden usar la violencia y mandar sobre el resto de iguales sólo por haber pasado unas pruebas físicas y psicológicas.
2.3. La policía, como la ley, no puede impedir de ninguna manera que se cometan delitos, pues éstos son imprevisibles. Sirve, pues, principalmente para castigar, y ni eso, porque miles de delitos menores pasan desapercibidos; la policía no es omnipresente ni omnisciente.
Hasta aquí las críticas al poder ejecutivo. Vayamos a por las del judicial:
1. Perpetúa los problemas del poder legislativo y del ejecutivo, a saber: aplica unas leyes impuestas, es decir, es el poder judicial también represor, y que pueden no representar los intereses de la gente y quienes las crean pueden no saber nada de leyes.
2. Lxs jueces, simples humanxs, detentan el derecho de juzgar a otrxs humanos sólo por haber aprobado unos exámenes.
3. Muchos veredictos se ven condicionados por la subjetividad del juez, lo que hace que deje de ser una justicia objetiva, como debería ser para ser realmente justa.
4. ¿Se le puede llamar justicia al hecho de aplicar unas leyes impuestas?
Así pues, los tres poderes, desde el legislativo al judicial, van agregando sus propios problemas, el principal de ellos el que las leyes sean impuestas y potencialmente (y en la realidad, como las que recortan derechos o suben impuestos) no representativas, todo ello como consecuencia del problema fundamental: el hecho de delegar las decisiones sobre la propia vida a una oligarquía. Así, toda esa imposición se ve asegurada por la figura del policía, dispuestx éstx a reprimir todo intento serio de mejorar las cosas.
Ahora bien, frente a todos estos problemas, ¿qué propone el anarquismo?
1. Que cada cual elija voluntariamente y cada vez que sea necesario (por medio de convocaciones asamblearias) si quiere supeditarse a las leyes que todos los miembros de una sociedad hayan consensuado. De no ser así, que en todo momento tenga la posibilidad de proponer un debate para todas las modificaciones pertinentes.
2. Que en caso de que alguien infrinja las leyes, (algo improbable en una sociedad en que todo el mundo tenga sus necesidades fisiológicas cubiertas {hogar, vestido, comida, protección}), se establezca un juzgado popular conformado por todas las personas "adultas" de la comunidad, y que se castigue como mucho con el destierro (en caso de regresar el "criminal" y volver a causar mal, podrían aplicarse penas más duras {recordemos que serían unas penas dictadas previamente por el mismo acusado y ejecutadas por toda la comunidad}).
3. Que no exista policía. Si hay algún incidente, toda la comunidad debería implicarse en él y ejercer las medidas pertinentes.
En todo caso, repito, en una sociedad en que se enfatizaran los ideales de solidaridad, fraternidad, compañerismo y amor, y en que todo el mundo pudiera modificar sin problema alguno todo aquello que le fastidiara o molestara, resulta bastante improbable que unxs perjudiquen a otrxs. Si en la sociedad capitalista hay mucha más gente en libertad que en la cárcel aun habiendo tanta desigualdad social, no creo que asciendan precisamente los crímenes en una sociedad igualitaria.
Hasta aquí la crítica a los tres poderes dentro del parlamentarismo. Habrá más.
martes, 14 de septiembre de 2010
Anarquismo y Parlamentarismo
Con frecuencia se tachan o bien de impracticables, utópicos, o bien de punibles, todos aquellos sistemas políticos ajenos al parlamentarismo.
Bien, comparto la segunda opinión con respecto a los sistemas políticos tiránicos, como es el caso de oligarquías y fascismos. Mas en absoluto lo hago con los sistemas que profesan la igualdad de las personas, la libertad y la solidaridad. Contra éstos, el sistema actualmente imperante (el parlamentarismo o democracia indirecta) ha inculcado en las masas la opinión sorprendentemente injustificada de que son del todo utópicos, imposibles, fantásticos, y un lunático todo quien los abandere. Resulta estremecedor con qué extensión se halla este "germen ideológico" hospedado en las mentes de las más de las personas. Con falaces argumentos tales como la supuesta naturaleza malvada del ser humano, como si existiera algún gen de la perversión, la mayoría de la población pretende sostener el carácter utópico de ideologías como el anarquismo o comunismo libertario.
“Surgiría el caos”, “Son necesarios cuerpos represivos para que se dé el orden en la sociedad”, “En seguida surgirían jefes, porque siempre alguien acaba imponiéndose por la fuerza”, son los mediocres argumentos de estas gentes, abocadas a un pesimismo patético y propio del perdedor que se da por vencido sin siquiera haber tratado de vencer.
Nadie puede asegurar que no puede existir una sociedad respetuosa (u ordenada si se prefiere) en ausencia de jefes o cualquier tipo de autoridad, y en cambio las tribus que aún sobreviven viven en paz sin jefes (léase cualquier monografía antropológica). Cierto es que tienen líderes, pero un líder supone una figura muy lejana a un jefe, en tanto que aquél es alguien que guía al grupo, y no que lo somete; es quien más se sacrifica por el grupo, y no quien lo ignora; puede ser restituido en cualquier momento de su cargo por los demás, y no ostenta un cargo prácticamente intocable; se gana su posición por sus acciones, y no por medio de demagogias, zalamerías, promesas luego incumplidas y, en última instancia, la fuerza bruta.
Con todo esto a modo de introducción, quisiera realizar un breve análisis del sistema político que, a pesar de causar profundos orgasmos al nombrarlo en quienes se benefician del mismo, a muchos nos es impuesto cual dictadura; una dictadura descaradamente disfrazada de democracia, disfrazada de autonomía y libertad.
Pero, ¿por qué digo que el parlamentarismo es impuesto? Por tres razones, que a continuación expongo:
Sencilla y llanamente porque todxs [léase la “x” como “@”] tenemos el derecho natural de vivir según nos plazca, lo que incluye todo tipo de sistemas y reglas habidas y por haber.
Porque a partir del voto (dedicaré otro artículo crítico al sistema electoral) no decides absolutamente nada, sino que se te imponen todo tipo de leyes que pueden no representarte aunque provengan del partido que tú votaste o bien porque proceden del partido opuesto; es decir, votes a quien votes, siempre existe la probabilidad de que te fastidien y minen tu bienestar, probabilidad que acaba materializándose aun desde los partidos más insospechados, como así lo atestiguan las medidas anti-obrerxs ejercidas por nada más y nada menos que el llamado Partido Socialista OBRERO Español durante estas fechas (Setiembre 2010). ¿Qué esperanza hay si quienes supuestamente defienden a lxs trabajadorxs los perjudican?
Porque aunque desees con todas tus fuerzas independizarte del parlamentarismo (o de cualquier otro sistema político con jefes), éste no sólo impera en sus dominios legítimos, como son las ciudades y poblaciones habitadas por personas que realmente quieren someterse al parlamentarismo, sino que alcanza todas las tierras de los alrededores, se adueña de la Naturaleza y de todo lo posible aunque no vivan allí seres humanos. Fijaos, un sistema humano que rige en lugares donde no hay humanos (¡qué coherencia!), y si te aíslas al campo junto con una comunidad que comparta tus ideas políticas, siempre habrá unas leyes por encima de ti y no elegidas por ti.
Luego hablan de libertad cuando existen leyes impuestas por una oligarquía que, a partir del voto, hace lo que le da la gana y más. ¡Se atreven a hablar de autonomía! ¡Autonomía= propias leyes, y no =leyes de otros!
Bien, ahora que ha sido demolido el aspecto más “puro” del parlamentarismo, es decir, lxs políticxs y sus decisiones parlamentarias, cabe preguntarle a alguien anarquista: “Bien, entonces ¿qué nos puede ofrecer tu sistema político?”.
El anarquismo, frente a toda la imposición que ejecuta el parlamentarismo, se basa en el asamblerismo (de “asamblea”) o democracia DIRECTA (es decir, ejercida directamente por cada persona y no por medio de “representantes”); se basa en asambleas respetuosas y ordenadas, con un posible modelo de moderador rotativo, el moderador/a útil para asegurar la participación de todxs lxs presentes, y con decisiones consensuadas para no beneficiar ni a mayorías ni a minorías. ¿Que es difícil llegar a conclusiones consensuadas? Aquí entra otro aspecto fundamental del anarquismo: se estructura en comunidades pequeñas y autónomas (al menos a nivel político, por lo que podría existir comercio de trueque entre ciertas comunidades para intercambiar productos de las que otras carezcan). Y si sigue resultando difícil la decisión, se alarga la asamblea tanto como sea conveniente, pues más vale invertir mucho tiempo en decisiones que afectarán tu vida que delegárselas a otras personas habiendo perdido sólo el instante de soltar un sobre en una urna.
Hasta aquí la exposición comparativa entre el parlamentarismo (en sentido más estricto) y el anarquismo. Habrá más.